Sencillas piezas de un nacimiento tallado en madera adornaban el canterano, y ahora mi hermana las coloca en un rincón especial del comedor de su casa, junto a gramola de papá; la unión de almas en torno al calor del fuego de la chimenea; Papá hace las ‘perdices’ en las brasas, aquellas patatas asadas aderezadas con un toque de pimienta y sal.
Mi planta de Navidad (…) La Flor de Pascua que tanto me gustaba. Nos recibía desde el murete que circunda la tierra y nos decía adiós cuando abandonábamos ese remanso de paz, la pequeña finca de La Palma para volver a Cartagena tras un fin de semana invernal.
La noche de Reyes, una sombra en el marco de mi puerta y, bajo las sábanas la patada de la abuela frenando mi impulso de ver a Melchor con su inmensa y poblada barba blanca y su tierna mirada, que me hace soñar con los ojos del abuelo Ángel. Siempre me decían que le gustaban mucho los niños. Falleció un año antes de mi nacimiento y no pude jugar con él. Me hubiera gustado y sé que a él también, pero estoy segura de me observa con sus ojos pequeños y llenos de luz que aprecio en viejas fotografías …
El sonido del minidisco en un peluche disfrazado de Santa Claus que me habla al apretarle el pecho y que buscaba con la mirada cada vez que entraba en el salón de la casa de la tita en las Puertas de Murcia. Te sorprendía que, pese a mis años, me siguiera gustando oír la risa de aquel juguete, que de niña me hacía soñar con el abuelo. Y eso que falla porque este año no le habéis puesto las pilas…
Papá subido sobre las tablas colocando el cielo del belén y yo, siempre a su lado, en ese ritual de abrir y sellar cajas para después cubrir los maderos con aquella tela recia de colores andinos. Era el escondite perfecto cuando jugaba con mi hermana.
\’El tamborilero\’ de Raphael suena en el carrete del tocadiscos. Tantas letras de Manolo Escobar, en forma de villancicos, que brindan alegría y música en casa. El belén del tío Manolo en el aseo, una escena inmensa y profunda del pueblo de Nazaret que, casi siempre terminaba el día de Nochebuena. Podía pasar más de una hora observando cada detalle y, en cada visita, descubría algo nuevo que se me había escapado el día anterior.
El turrón de chocolate me volvía loca y siempre se terminaba antes que las ‘marquesas’ de papá; mis roscas con mayonesa mientras otros comían exquisitos manjares propios de estas fechas. En la cocina de la calle Jara, las bandejas de dulces y la tortilla de patatas de la abuela Pilar… Los caramelos que nos arrojaban los Reyes Magos caían en los balcones. En su portal, omnipresente, la cabina roja del vendedor de palomitas de maíz que desprendía un olor inconfundible invitándome a la tentación. Los bollos con chocolate caliente, los espejos ovalados del salón, el despacho del abuelo intacto pese a su ausencia, la galería de la cocina donde papá montaba su belén cuando era un crío con piezas de metal o de barro. Ya entonces le encantaba hacerlo… Este año ya ha instalado todos los adornos en casa.
La estratégica colocación de las bolas de colores en el árbol, ese abeto verde que tanto le gusta a mamá con sus lágrimas blancas que parpadean e iluminan los adornos. Nuestro colgante, ese pequeño polluelo azul y blanco envuelto en algodón en una cáscara de una nuez. Tal vez, ese nido, sea el aderezo más sencillo y humilde de la casa, pero a papá y a mí nos gusta más que las piezas de biscuit o el paracaídas que compró en Alemania. Ese placer de hallar la emoción real en una escena tan natural despojada del ruido del televisor: las muñecas de Famosa, el turrón de El Almendro, que evoca la vuelta a casa por Navidad, las famosas burbujas del cava catalán o el anuncio de la Coca-Cola …
El ajetreo de las últimas compras en las calles, el paseo en el mercadillo en busca de pequeños detalles con los que obsequiar a los míos con las pagas del sábado. Mi hermana y yo unidas por el mismo anhelo: descubrir un detalle que dibujase una sonrisa en el rostro de los abuelos. Apenas teníamos dos horas para cumplir la misión y regresar a casa a tiempo…
El olor de mamá al dejar un beso en su cuello o abrazarla y permanecer unos instantes mágicos arropada en sus brazos, papá acogiéndome en el tresillo bajo su hombro cubiertos los dos con la manta para ver la película juntos, como el rey León protegiendo a Simba entre sus patas. Su manía de taparme bien los pies cuando se incorporaba, gesto que a mí me encantaba. La abuela Pilar pintando en la galería acompañada por el pastor alemán de la azotea del edificio de enfrente. Sin apartar la vista del caballete, con la paleta y el pincel en las manos, mantiene su conversación diaria con el perro sumergida en el lienzo. Las sobremesas junto a la mesa de camilla al calor del viejo brasero. Todos juntos llenos de paz. Un abanico de escenas bañadas de ternura y nostalgia llenan mis pensamientos.
Era una niña entonces. La abuela Pilar estaba aún viva y los abuelos también. Ahora están allá arriba en el cielo, en ese infinito llamado Paraíso, o en un espacio desconocido, en el que reina la paz y la calma; o tal vez han vuelto a la vida con otra apariencia y aún no nos hemos encontrado… A veces oigo sus voces como susurros tiernos en mi oído. Están dentro de mí y siguen viviendo a través de mi espíritu. Así será hasta mi último aliento; y pienso que entonces los volveré a abrazar, un calor que no quema abraza mi alma y la envuelve con un velo de quietud, mientras en mi mente se dibuja una sonrisa.
Hace unos días mamá me condujo hacia el jardín de tu casa y me mostró tu planta de Navidad. “La abuela Olga se la dio a la mujer que cuida el jardín y ella la plantó en la tierra”, me explica mientras contemplo su esbeltez y la textura de sus hojas, y por un instante. siento ese olor tan tuyo … Este año las hojas aún no se han tornado del verde al rojo pasión de la Flor de Pascua. Es cuestión de tiempo …
Diciembre ha irrumpido de nuevo en este año inusual, en el que cada día son más los que pasan hambre y frío. Navidad no es un mes, es el día a día en el calendario, al igual que mis mimos a las plantas y los besos que dibujo en el aire para mis seres queridos. Eso es Navidad. Pensar en el otro, ponerte en su lugar y dar sin esperar nada a cambio mientras esbozas una sonrisa en tus labios.
Precioso preciosa Me a llevado a esas épocas y se q esta todo perfectamente dibujado tan bien como una pintura de tu abuela Pilar Mi madrina,,,,
Entonces he sabido mostrar la escena y un estado emocional, que era mi plan. Mil gracias.
Perdón ha llevado
Al cien por cien Me he visto en todas las casas y cosas de las q has escrito y me ha emocionado Sigue escribiendo cariño
Gracias
Muy bonito . Me ha gustado mucho, sigue escribiendo
Bravo mi Payo
Que bonico, me gusta
Gracias
¡Qué bonito! Pero lo que más me ha gustado, ha sido la forma de llevarme a vivir recuerdos olvidados.
Gracias por estas mágicas palabras.
Saludos
A ti por dedicar tu tiempo a leerlas. Me alegro de haberte trasladado a tu infancia. Saludos
Es muy hermosa la descripcion de tan bellos e inolvidables momentos
Gracias
Me has envuelto con el sentido y mis vivencias de la Navidad. Precioso!!!
Me alegro de que te haya gustado. La próxima semana tendrás otro regalico mío en tu bandeja de entrada si te suscribes al blog
dejando tu e-mail en la página de inicio. Saludos, María Jesús
¡Precioso cariño!!!!!
¡Eres toda una escritora!
Te quiero mucho❤️
Solo es un texto en prosa, pero gracias. Suscríbete dejando tu e-mail y recibirás un regalico en tu bandeja de correo cada semana. Saludos
Precioso, transmite un montón. ¡Trabajado!
Precioso relato en el que la Navidad y los recuerdos de la niñez asociados a ella saben, huelen, se oyen y se sienten y, además, arroja un mensaje esperanzador tan necesario en estos tiempos que corren. Felicidades!
Me alegro de que te guste. Saludos
Me encantó, melancolía de las navidades lejanas, y esperanza de la actual
Gracias
Has sido feliz en tu niñez. Eres afortunada. Comparte esa felicidad con los demás. Será el mejor regalo de Navidad durante todo el año. LA FLOR DE PASCUA. Me ha gustado.
Mil gracias por tus palabras. Sí, soy afortunada y haces bien en recordármelo. Espero que mi próximo texto también te guste. Saludos. María Jesús
¡Qué chulo!!!! 🙂
Me ha resultado muy evocador. Muchos momentos, muchas vivencias en un frasquito de esencia.
Precioso. Me ha gustado mucho.
Gracias
Me ha gustado mucho, me dan mucha envidia las personas que saben escribir y transmitir emociones y recuerdos como tú lo has hecho, muchas gracias por compartirlo, un beso.
Gracias por tus palabras. Intentaré no defraudaré si me sigues en mi océano literario. Saludos
Defraudarte, perdón.
Añoranza de tiempos de la niñez e infancia
Me parece extraordinario.
Muchas gracias. Me alegro de que lo hayas disfrutado. Saludos.