Cada vez me queda menos tiempo. La válvula de mi corazón es nueva. Me han puesto dos muelles, pero tengo el motor averiado. Una anomalía genética…, dijo el cardiólogo. A este ritmo no llegó a Pascua y eso que ya ha entrado el otoño, sorteó una hoja amarillenta, embarrada en un charco que amenaza con tunear mis deportivas nuevas. ¡Qué susto!, me digo mientras cruzo la acera para entrar en mi barrio, una zona de gente guapa que eligió Chiruca.
En el fondo soy un vil ratero y este sistema puede funcionar. Al menos no tendré que preocuparme por los números rojos de mi cuenta. Solo tengo que hackear bien las terminales hasta dar con la combinación numérica de las tarjetas. Puede que hasta sea un juego divertido porque hoy en día, la gente no se complica mucho la cabeza, barrunto. Al entrar en casa escucho el reloj despertador desde el pasillo. Son las once de la noche. Aún es pronto, Chiruca no ha vuelto de Cibeles. Mejor, así no tengo que dar explicaciones y me dedico a lo mío. Mañana, ella que gaste a mansalva.
Es lo que tiene ser un manitas con la informática. Sí es cierto, tengo fecha de caducidad, pero soy un crack y ahora voy a vivir como un marajá. Debería de enfocar mi sapiencia en ejercer de voyer, en lugar de currar el Casino por menos de dos mil euros. Cómo no se me ha ocurrido antes. Ya me he bebido los ahorros, casi estoy en la reserva y Chiruca empeñada en renovar su armario cada temporada.
Las facturas cubren la repisa de la entrada. Hay que ver que no abre una puñetera carta esta mujer. Si fueran los catálogos de la nueva colección de Armani, ya habría memorizado los modelitos. Ya no queda maría en casa y el Fran tampoco tiene. A ver cómo contengo el mono, me desabrocho las deportivas de Loewe. La verdad es que son cómodas, sonrío en el espejo mientras me atuso el flequillo.
Chiruca no está. Cada vez estoy más nervioso. Mi libido se dispara ante el teclado. Veo de nuevo a la belleza del gimnasio, esa rubia de Europa del Este subida en la elíptica y no puedo parar de escribir. Es algo adictivo, como un chute en vena para mis sentidos. Las amigas de Chiru me han preguntado varias veces que cómo los hago. Es cierto que es algo innato, releo los primeros párrafos. Me encanta hacer relatos eróticos. Son mi especialidad. Me relajo y encima a la gente le gustan. Si es que todos tenemos nuestras debilidades, al margen de aceras y del fondo de cada armario. Las carcajadas se disparan en mi cerebro. La de peña que se engancha a estos cuentos. Ya lo tengo. ¡Cómo no me di cuenta antes! Seré necio…
El plan es perfecto. Un ladrón de guante virtual en toda regla, pienso al aceptar la transferencia de dos mil dólares de una diablesa americana. Yennis, pone bajo la foto de la linda muñeca de Satán. Apago las luces y me voy a la cama pensando en el barco de mis sueños. ¡Cómo si son 15 días! Viviré sin pensar en el mañana. Me fundiré la pasta sin preocuparme de lo que ocurra después. Total, me quedan dos telediarios.
Debería tomarme un somnífero de esos potentes que usa Chiruca. No me conviene alterarme mientras duermo. No me gustaría morir en la trena, a causa de esta nueva vía de ingresos. Mañana repito con la pelirroja de Miami … Tal vez debería de hacer algo de trabajo de campo …, un estudio del mercado antes de desvalijar a mis chicas, cierro los ojos.
Qué ladrón! Muy bueno el relato: mantienes muy bien la tensión narrativa. Felicidades
Muchas gracias por tu tiempo y por tu comentario.
Muy ingeniosa, ¡con sorpresa incluida! ¡Magnífica!
Gracias, Magnífica, fiel lectora y amiga.
Diferente y entretenida, deja con ganas de mas!!! Gracias!!
A ti por leerlo y dejar tu comentario. Saludos.