De ese río que es el hombre
adicto a los latidos más humanos
tiene sed el alma del poeta,
que se enfanga en la vida y sus afluentes
Hace un guiño al foco
maqueando su paja amarillenta;
resquemor avinagrado,
ese tango entre sístole y diástole,
que es la suma de vivencias.
Del miedo y de la muerte
de Eva y su manzana,
del sueño de un amor,
la pasión de dos misterios;
del ego y de tus sombras,
de esas zonas erróneas.
Es por eso que su tinta es negra.
Más tiene sus momentos,
Y cuando se despierta
trasciende lo vivido al plural
y sientes la emoción,
el tic tac y el aliento de mis letras.